Luis Rojas. Ganador del Circuito 2011 de la PGA

Un agradecido a la vida y al golf

 Era apenas un mocoso cuando con otros amigos se paraba en la avenida que daba al golf de San  Nicolás, provincia de Buenos Aires,  con el propósito de pedir algunas monedas.

Sucede que desde muy temprano la vida decidió ponerlo a prueba; casi hasta el límite.

Luis Rojas, ahora un estupendo profesional de golf, y flamante ganador del Circuito 2011 de la  PGA, no tiene reparo en comentar que en aquellos años hasta llegó a revolver la basura a causa  de las necesidades que padecía tanto él como su familia.

Pero, de repente, todo comenzó a cambiar cuando su amigo Germán llegó con una idea  novedosa. “Porqué no vamos a pedir laburo al golf”, le propuso.

Y, francamente valía la pena intentarlo. Ganar quince pesos en esos días constituía una fortuna  para ellos.

Así, Luis ingresó formalmente al San Nicolás Golf Club como uno de los caddies de práctica de la institución.

¡Qué orgullo para su mamá Luisa! Ahora el nene ya no estaba más en la calle; tenía un trabajo. Y, lo más importante: le fascinaba su nueva vida.

Pronto conoció a Roberto Bokín, quien contrariamente a lo esperado en vez de contratarlo como caddie lo nombró niñero oficial de sus dos hijos.

A Luis eso poco le importaba. Él se sentía feliz.

En esa época ya había cumplido los doce años. Y casi como un regalo de cumpleaños se le alcanzó un hierro cinco para que tirara desde un bunker.

La bola disparada con maestría se detuvo a pocos pasos de la bandera. “Qué swing formidable” aclamó entre sorprendido y admirado Bokín, quien desde ese momento decidió ayudar a Luis en sus sueños.

“Jamás me voy a olvidar _comenta con orgullo- que yo mismo me fabriqué mi primer palo de golf con una barra de hierro, y con una cámara de bicicleta para construir el grip”.

Mientras él se las arreglaba para pegarle a la pelota con ese instrumento casero, Luisa, la mamá, vendía productos cosméticos para ayudarlo.

“Cuánto le debo a mi vieja y a toda mi familia” _reconoce-

Tanto papá Manuel como sus hermanos Hilario y Alejandra, veían con agrado que gracias al golf ya se había disipado en él la frustración de no haber podido seguir su carrera de futbolista.

“Atajé en Rosario Central hasta la quinta división; pero una lesión que tuve en las dos manos no me permitió seguir”.

“Me gustaba mucho el arco. Y creo que hasta la primera no hubiera paraba. Sin embargo, ahora viéndolo con el paso de los años no me siento frustrado para nada; porque este deporte maravilloso que es el golf me dio todo”, sostiene.

En esta temporada Luis clasificó en el cuarto lugar en el Campeonato Abierto Norpatagónico; esa misma posición fue la que ocupó en el Escuela del TPG.

También redondeó una convincente labor en el Abierto de la República, y acaba de finalizar decimonoveno la última semana en el Cabrera Classic, disputado en Córdoba.

“Tengo muchas expectativas para el 2012 _confiesa- en dónde seguiré participando en los torneos de la PGA ‘una entidad a la que amo porque es nuestra y está haciendo mucho por todos los profesionales’,” reconoce

“Además pienso intervenir en los torneos del TPG, en el TLA, y en la nueva posibilidad que se abre con el PGA Latinoamericano”.

“Para lo que viene  hay que prepararse muy bien;  por ese motivo  comencé las clases de gimnasia y también sesiones con la psicóloga Patricia Fuentes.” Concluye.

Luis Rojas, quien es un profundo admirador del Gato Romero y Ricardo González, no olvida jamás a toda los seres que están cerca de él. Porque gracias a ellos _asegura- puede disfrutar de este presente.

A su esposa Erika, y sus hijos Catriel, María, Camila y Bianca; a Jorge y Marcelo, sus sponsors, y a las autoridades del Club El Nacional de General Rodríguez y Sofitel Reserva Cardales, en dónde va a tirar pelotas.

Luis Rojas, a los 32 años, sigue creciendo en el golf y en la vida.

Ahora luce orgulloso su flamante título de ganador del Circuito de la PGA 2011. Él es un ejemplo mismo de superación, y de un inquebrantable deseo de mejorar.

Igual que cuando pegó aquel formidable tiro con un hierro cinco.

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