La PGA quiere inmortalizar en una plaqueta la histórica actuación de nuestro Vicepresidente, Angel Cabrera, en el reciente Masters de Augusta.

Cada uno de los integrantes de nuestra institución el pasado domingo se emocionó, sufrió y alentó a la distancia a Angel Cabrera, en aquella definición impactante frente a Adam Scott, en el Masters de Augusta.

Bueno, en realidad como todos los argentinos que sentimos muy cerca una nueva consagración del cordobés de Villa Allende.

Porque es nuestro colega, amigo y además vicepresidente de PGA; porque como muchos de nosotros surgió de la fila de los caddies,  y pudo trascender al mundo a puro talento y coraje.

Por tal motivo PGA le entregará al Pato una plaqueta que recuerde ese domingo histórico del 14 de abril. Precisamente, el día  que muy lejos de Georgia, en su entrañable Ranelagh, el Maestro De Vicenzo estaba festejando su cumpleaños número noventa.

El Pato se hizo en la vida peleándola desde muy pequeño. Un derrotero similar a la de muchos de nosotros antes de llegar al profesionalismo.

La infancia de Cabrera se desarrolló en la geografía del barrio El Cóndor Alto de Villa Allende; localidad situada en la zona de las Sierras Chicas, a 20 kilómetros de la ciudad de Córdoba.

El Córdoba Golf Club significó siempre una oportunidad de trabajo para de alguna manera paliar la complicada situación que sufría la economía doméstica.

Era la época en la que llenar la panza con un plato de comida significaba un día de gloria; por más que quizá al otro poco o nada apareciera en la olla familiar.

Como su abuela debía salir a trabajar el pequeño Cabrera con apenas cinco años tuvo que criarse solito en la calle.

A los ocho años comenzó a llevar palos para los socios del Córdoba Golf.

Estaba feliz. Por fin su vida empezaba a cambiar.

Uno de los socios del club, Juan Cruz Molina, a quien el Pato le llevaba los palos, le dio la gran oportunidad de jugar.

Fue entonces cuando muchos empezaron a prestarle atención a ese chiquilín poseedor de un espíritu indomable y un saludable atrevimiento.

También resultaron decisivas en esta etapa las inagotables gestiones de José “Anguila” González con el fin de que participara en los Campeonatos Nacionales de Caddies.

La potencia de su driver ya resultaba el comentario obligado por Villa Allende. Un hijo dilecto del club empezaba a asomar en el ambiente del golf profesional.

Y tanto asomó que un día se transformó en jugador internacional; para más tarde pertenecer a la elite del golf mundial. El Pato no tenía límites en su crecimiento; tampoco lo tiene en la actualidad.  Lo demostró el último domingo en Augusta.

Después vino la consagración en el US. Open en 2007, y el Masters de 2009. Como para confirmar que se estaba en presencia de un jugador tan grande como su amor propio.

Cabrera siempre abrevó en los grandes Maestros de nuestra querida institución. De Vicenzo, el Chino, el Gato Romero son algunos de los referentes que le marcaron el camino.

“El más grande seguirá siendo por siempre Roberto” suele comentar a quien desee  escucharlo.

El Pato surgió de la fila de los caddies, y se nutrió en nuestra institución. Siempre llevó la bandera del golf profesional argentino por cualquier rincón del mundo en el que estuvo.

Respeta sus orígenes, y por eso puede exhibir ideas claras; sin fisuras ni dobleces.

Porque es un grande; pero antes nuestro colega, amigo y vicepresidente de nuestra querida entidad, es que quisimos a modo de pequeño homenaje recordar un poco su historia.

Una historia tan inmensa como su talento. 

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